Anoche, el Estadio Jorge “El Mágico” González fue escenario de un ritual rockero que quedará grabado en la memoria de miles de salvadoreños: Guns N’ Roses volvió a El Salvador y lo hizo con un llenazo total y una energía que hizo temblar cada centímetro del coloso de la Flor Blanca.
Desde el primer acorde de “Welcome to the Jungle”, el público explotó. La banda salió puntual —sí, a las 8:00 p.m. en punto, algo casi milagroso en el universo de los conciertos de rock— y encadenó sin piedad “Mr. Brownstone” e “It’s So Easy”. Fue un arranque brutal, de esos que te dejan sin aire y con la garganta lista para gritar toda la noche.
Durante la primera mitad del show, Axl Rose sorprendió: su voz sonó firme, potente, con ese filo que uno creía perdido en el tiempo. Pero hay que ser honestos: en las últimas diez canciones, el timbre empezó a subir de tono y se le escaparon algunos momentos “a lo Mickey Mouse”, como dirían los fans con cariño y resignación. Nada que arruinara la fiesta, pero el contraste se notó.

El éxtasis rockero
El punto máximo de la noche, al menos para muchos —me incluyo sin vergüenza alguna—, llegó con “Estranged”, “November Rain”, “Civil War”, “Sweet Child O’ Mine” y ese clásico inmortal para cerrar la noche, “Paradise City”.
Y aquí va el dato mágico (literalmente): a los 45 segundos de empezar “November Rain”, comenzó una lluvia suave sobre el estadio. No fuerte, no molesta… una llovizna casi poética, como si los Dioses del Rock se hubieran puesto de acuerdo con Axl y Slash para darle un toque aún más épico al momento. Miles de celulares se alzaron al cielo, y el estadio entero cantó bajo la lluvia. Piel de gallina.

Slash: el alma que faltaba
Comparar este concierto con el de 2010 es inevitable, y la diferencia tiene nombre y sombrero: Slash. Su presencia eleva todo. Cada solo, cada riff, cada mirada perdida entre el humo y las luces… el tipo es, sin exagerar, una fuerza de la naturaleza. La banda completa sonó ajustadísima, con un sonido impecable, digno de músicos de clase mundial.
Un concierto para el recuerdo
Tres horas de pura energía, nostalgia y virtuosismo. Al final de la noche, con la garganta destrozada y una sonrisa imborrable, solo podía pensar:
“Este concierto acaba de entrar en mi Top 10 de todos los tiempos. Y si me apuran, por poquito no entra al Top 5.”
Porque sí, fue muy bueno. No perfecto, pero lleno de alma, historia y ese fuego que solo una banda como Guns N’ Roses puede encender.
El Mágico González rugió. Y anoche, por unas horas, El Salvador fue la selva. 🖤🎸
