Cuando el mundo escuchó en 1997 OK Computer, muchos críticos y fanáticos coincidieron en que Radiohead había alcanzado la cima de su creatividad. Parecía impensable que la banda pudiera superar un disco que redefinió el rock alternativo y se convirtió en un punto de referencia generacional. Sin embargo, Thom Yorke y compañía sorprendieron a todos apenas tres años después, en octubre del 2000, con un giro radical: Kid A.
Este álbum no fue una simple continuación, sino un auténtico portazo a las expectativas. Radiohead abandonó las fórmulas del rock tradicional para sumergirse en terrenos inexplorados: la electrónica ambiental, el minimalismo, los sintetizadores densos y texturas que parecían venidas del futuro. El resultado fue una obra inquietante y fascinante, que desconcertó a muchos en su momento pero que con el tiempo se consolidó como una experiencia sonora irrepetible.

Kid A fue recibido con una mezcla de desconcierto y admiración. La crítica especializada terminó rindiéndose a su propuesta, al punto de que, con frecuencia, se le señala como uno de los álbumes más influyentes del siglo XXI. Su capacidad para desarmar los moldes del rock y reconstruirlos en un lenguaje totalmente nuevo abrió las puertas a generaciones enteras de músicos que encontraron en él un mapa hacia lo experimental.
Canciones como Everything in Its Right Place, The National Anthem, Idioteque y Optimistic se volvieron himnos de ese nuevo Radiohead, donde lo humano y lo digital parecían fusionarse en un mismo pulso.
Hoy, a 25 años de su lanzamiento, Kid A no solo es un clásico moderno: es un disco que sigue desafiando a quien lo escucha, un recordatorio de que la música puede reinventarse sin límites y que la verdadera grandeza artística no teme a lo desconocido.
Escucha aquí “Kid A”